Yolanda (cuento)

Bajo de un automóvil. Un Chevy modelo setenta color Francia metalizado algo chaspeado. Estaba vieja, de rasgos derruidos, el pelo revoloteado -casi formando rulos- los anteojos eran los de siempre, aquellos de marco grande con bastante aumento, manteniendo consigo su marcada rigidez. Tenía allí mismo 99 años y yo 28.
-Perdón por los años… perdón por el olvido… hace tanto tiempo que no te veo… cuantos años hace… -le dije emocionado-
-Tene cuidado por favor… no te desvíes de lo que hagas hijo… tene cuidado… -me dijo-
Acto seguido nos abrazamos largamente.
El cuadro siguiente nos encontró observando juntos –en pleno silencio- en un televisor Hitachi de trece canales, de aquellos que ya no se fabrican más, totalmente disfuncional, veíamos un partido de futbol, Jugaban Independiente – Banfield. El color verde se había transformado inesperadamente en un rojo opaco. Lo curioso fue que en el medio del campo de juego había enormes rocas que impedían jugar, los jugadores no podían dar dos pases seguidos, el árbitro jamás detuvo el juego. Nunca, lo siguió jugando. Lo extraño es que cuando murió tenía 78 años y yo no alcanzaba los 8. Luego desapareció.

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