Pequeño cuento (cuento)


Julián me contaba siempre, que cada vez que salía,
llevaba consigo una pluma, un libro de Sartre
(El señor de las moscas) y una libreta
-Es para captar la realidad –decía-
Las hojas siempre estaban en blanco, nunca pudo escribir nada
Es que claro, la realidad no cabe en una hoja
-Todo es muy rápido –sentenciaba- todo muy rápido…
Se perdía en el instante y con los ojos perdidos en el aire, parecía
que les reclamaba a los otros
-Donde está la libertad… la belleza de las cosas… donde carajo quedo
la hermandad, la fraternidad… el amor... donde.

Efecto (cuento)

El cuento fue corto, el purretito saco un fierro y lo amedrento un buen rato diciéndole que los hombres arreglan todo como hombres y que los ratas sin códigos mueren como ratas… le apunto al boleo, porque ni ahí que le quería tirar y dar donde de puro pedo tiro y le dio, te digo que ni ahí… el pibito como te digo estaba súper engallolado… si te digo que tiro las puertas del Bar a las patadas… le importo un soberano carajo quienes estábamos ni mucho menos… si el negro Julián se paro al toque y lo quiso acojonar justo ahí no mas, pero el pendejo era más cojonudo todavía, sin mirarlo y con toda esa seguridad que lo envolvía o coraje o no sé qué mierda… le dijo, que después arreglarían cuentas, que esa copita de vino derramada podía haber sido la última… vos podes creer que el negro le dijo, no sé, respetando el código de los guapos, que esperaría su turno que si quedaba algo de él, lo terminaría de pisotear… vamos a ver quien a quien dijo sin más el purretito…
El turco, como vos sabes también era más que jodido, todos como te digo todos le tenían un cagazo machazo… ni piñas hubo… fue cortito el cuento…
-hijo de puta… a la madre se la respeta… sea quien sea… -le dijo-
Y ahí nomás después de haber estado apuntándole como dos horas pidiéndole explicación de por qué mierda le falto a la madre…
Eso sí, nadie decía nada de nada, ni el aire pasaba… todos querían presenciar el desenlace… haber si de una vez portadas alguien terminaba con ese flor de hijo de puta…
-quien te crees que sos vos… basura… no solamente te dijo que no… sino que encima le pegaste… queriendo abusar de ella… si yo justo te vi… ahora no te va a salvar ningún milico esos de mierda que te secundan a vos…
Así de textual fue y ping… cuatro tiros, dos en la frente y dos en las pelotas… así no mas y sabes que che… yo aplaudí… si aplaudí… vamos carajo… -dije- un infeliz menos… y todos me aplaudieron a mi… el pibito se dio media vuelta… lo miro a Julián y le aviso que le quedaban dos tiros haber si por las dudas se le ocurría a este ser el rey de espolón…
Todo fue muy rápido, cacho le agarro el fierro al pibe… Juan y el zorrino agarraron el cuerpo y lo llevaron al medio de la calle… nadie pero nadie miraba…
Esteban y Julián… si Julián… limpiaron el piso y las paredes rápido con lavandina, no quedo ni un rastro… el comí puto ese llego treinta minutos después, vino con tres mas… se arrodillo abrazo a su hijo un ratito y camino derechito para donde estábamos nosotros…
-quien fue… vamos carajo… quien fue quien lo mato…
Nadie dijo nada. Todos estábamos de acuerdo. El silencio era espantoso.
-hablen mierdas o los pongo a todos presos…
No se jefe dijo el pibito… no sabemos quién lo mato… estábamos jugando al truco cuando paso…
-vos quien carajo sos pendejo… que haces acá… cuantos años tenes…
-diecisiete, señor tengo…
-no viste nada… no escuchaste nada…
-no señor nada de nada…
-raja de acá antes que te cague a patadas en el culo…
-sí señor, si…
Y ahí nomas se fue, se las pico así de santito.


Decisiones (cuento)

Volvió a comprar una cajetilla de cigarrillos, hacía dos años que no fumaba. Antes de prender el último cigarrillo, antes de volver hacerlo otra vez, repaso fijamente sus últimos actos. No dejo nada librado al azar. Reordeno cada papel importante por fecha y años en cajas distintas, guardo, acomodo y descarto cada cosa material como la ropa y distintos baratijas que jamás tuvieron uso, pago justificadamente cada deuda y sus centavos, como también de las otras, dicto cuidadosamente algunas epístolas. No había rencores, ni odios, no había quejas, ni reclamos, a cada quien su palabra justa. Había comprendido, lo otro ya correspondería por cuenta del entendimiento e intenciones de los otros. Pidió perdón, el perdón dentro de verdad y de justicia. Se lamento por no poder tener hijos, víctima de un maldito examen. Sonrió al darse cuenta que conoció el amor, aunque lamento su final. También a ella le escribió una carta. Saboreo, dentro de cada posibilidad, cada placer de la vida y sus límites. Llego a la conclusión de que había tenido una vida: justa, humilde, tranquila y digna, sin sobre saltos, solo los que generaban las exacerbaciones de las intenciones que como todo humano no podía manejar y sus consecuencias –Carajo… -dijo- no debo nada a nadie…
Al final todo llega, ya había dado su sexta bocanada a el primer y último cigarrillo (pareció que jamás dejo de hacerlo) lo apago en el cenicero de turno, llevo el arma hacia su boca. Solo fue el instante que tardo en apretar el gatillo, lo otro, lo otro nunca lo sintió.